Todo empezó por acá...
Ni "Pechito" López pensaba ya en el tema. La Formula Uno era un capítulo cerrado en su vida y se dedicaba a disfrutar de correr con su familia cerca, con sus amigos cerca, y de convencerse que eso era lo bueno de haberse tenido que volver. Para Víctor Rosso no. No estaba bien y tenía que hacer algo para revertir la situación. Aquí contamos esta parte de la historia.
Han sido muchas las personas que aportaron su ayuda para que el proyecto de sentar a José María López en un auto de F1 se concrete. Especialmente al comienzo, cuando sólo era un deseo, una idea, casi un sueño. Y no debe haber muchas personas que sean capaces de encarar esos sueños y moverse para ver si es posible hacerlos realidad. Una de esas personas, esto es una obviedad pero hay que escribirlo, es José María López padre. “Pecho” debe ser el único que nunca bajó los brazos, que siempre quedó con algo pendiente por hacer. Porque hasta su hijo en algún momento dijo “basta, se terminó el sueño”.
Otro soñador compulsivo del automovilismo argentino es Víctor Rosso. Capaz de crear un complejo modelo como Pro Racing; capaz de hacer el Rally Master en Carlos Paz, con figuras del Rally Mundial, así como hoy se hace la Race of Champions: capaz de lanzarse a la aventura de correr con Oreste Berta en F3 Alemana con un auto completamente argentino; capaz de ver a un futuro campeón en Juan Manuel Silva y traerlo de Japón cuando su carrera deportiva estaba casi a la deriva. Uno de esos hombres que siempre mira mas allá.
Dicen que todo empezó el sábado 20 de junio de 2009. Ese día clasificaba el Top Race en Alta Gracia y “Pechito” López volvía a sorprender a todos con una Pole Position. El ámbito de esta pole era el siguiente: En la carrera anterior, en San Juan, el cordobés había debutado en el equipo de Avila / Servadío marcando la Pole casi sin conocer el auto por problemas en los entrenamientos. Sin embargo, lo que hizo el domingo fue mejor aún ya que ganó la carrera con la columna de dirección floja, lo que había dejado la sensación de estar ante un “distinto”, como suele denominarse a esos deportistas que se destacan por sobre los buenos de cada disciplina.
Víctor Rosso ese día dijo: “Este chico no puede estar acá, tiene que volver a Europa”, y se contactó con Carlos Borrione, uno de los coordinadores del Rally Mundial en Córdoba para entablar contacto con el ACA y con Felipe McGough inmediatamente. Empezaron a ver como estaba la F1 con los cambios de reglamento y la aparición de nuevos equipos, con la reducción de costos que Mosley exigía, y se llegó a un primer contacto con el Campos Meta. Después, llegó la mano de Carlos Alberto Reutemann, otro que aportó lo suyo en silencio, contactándose con su amigo Peter Windsor para recomendarle a “Pechito” especialmente. Fue ahí que se abrió la puerta del equipo USF1 y las negociaciones cambiaron de rumbo definitivamente.
Reutemann tuvo después una reunión privada, sin el compromiso de tenerla ni mucho menos, con Windsor en Londres, y después de esa reunión, el Team Manager norteamericano comenzó a considerar a López como su primera opción. Recién ahí vino el viaje a Charlotte y la historia que todos han contado con mayor o menor detalle.
Increíblemente, tras volverse con las manos vacías y los sueños hechos trizas, José María López regresará al mundo de la Formula Uno desde Argentina, y con un apoyo económico, social y gubernamental como ningún otro piloto tuvo desde que Lole se bajó del Williams FW07B en Jacarepaguá, aquel triste 21 de marzo de 1982. ¿Quién diría no? Pechito todavía no había nacido…
Aclaración del Autor:
Víctor Rubén Rosso fué Campeón de Fórmula Renault en 1980, fué Campeón de la F3 Alemana en 1986, Amigo personal de Ayrton Senna da Silva., y desde 1998 dirige el ultrapoderoso Equipo Oficial Honda Racing en el Campeonato de TC 2000.